Tenía este libro en la pila, lo compré en una oferta sin tener muchas referencias de lo que era, esperaba ciencia ficción más del estilo de La fundación o los robots de Asimov, sin embargo es un libro con más acción que ese tipo de novelas, el sarcasmo e ironía del libro me ha encantado, luego leyendo la bibliografía del autor me he dado cuenta que es el autor de Starship Troopers, y aunque no he leído la novela, si se parece un poco a la película, encaja.
...ContinuaSolo me gusta el Heinlein de la novelas de acción. Cuando se mete a imaginar tramas políticas se vuelve plomizo: de la misma manera que me encantaron "Puerta al verano" y "Starship troopers", no aguanté "Extranjero en tierra extraña".
La novela motivo de esta mini-reseña tiene partes de acción francamente entretenidas (como la parte de la contienda Luna-Tierra) y partes intragables (discursos sobre la anarquía, etc.)
En general, la novela estaría alrededor de un 6, según mi criterio, pero la traducción es tan lamentable que la nota baja.
Esta traducción (Acervo) merece un comentario especial: es tan mala que acabé leyendo la novela en inglés. Entiendo que es una novela difícil de traducir puesto que el autor inventa un lenguaje propio para los habitantes de la luna mezclando slang americano y australiano, pero lo que no es de recibo es que cuando el ¿traductor? no sabe qué están diciendo, !no lo traduce!. Esto, por no hablar de los errores tan burdos que me acabaron por causar risa (uno de los personajes es descrito como ruidoso (noisy) en lugar de entrometido (nosy).
En resumen, lectura prescindible y edición lamentable.
http://gozaleer.blogspot.com/2015/02/la-luna-es-una-cruel-amante-de-robert.html
Abuso de diálogos, casualidades inverosímiles, carácter antipático de alguno de sus personajes, escritura hormonal, simplona y aburrida... No vale la pena su lectura, abandoné después de leer todavía algunos capítulos más en espera de una redención que nunca llegó.
...ContinuaAbordé este libro ante las buenas críticas de un viejo amigo, y porque siempre me gusta regresar a la literatura de los escritores, llamémoslos clásicos de ciencia ficción. Los de la generación de Asimov, con el que nació mi amor por este género.
También es cierto que abordé el libro con cierto prejuicio. Robert Heinlein no me es un escritor desconocido, y tiene un punto asimoviano que me hace sus lecturas muy amenas: Sus narraciones siempre avanzan a base de diálogos en los que los personajes reflexionan sobre la situación en la que están metidos. Esto hace que sean libros muy ricos conceptualmente, y al mismo tiempo muy fáciles de leer. Pero por otra parte, Heinlein, aunque tiene una ideología muy progresista para algunas cosas, en lo que se refiere a sus ideas políticas, es, ejem, algo radical. Algo radical hasta para Intereconomía, quiero decir. Es algo que se puede ver, por ejemplo, en Tropas del Espacio, donde sus motivos por los cuales los ciudadanos se dividen en ciudadanos de primera y segunda según hayan servido o no en el ejercito, están perfectamente razonados, pero no dejan de dar grima a una mentalidad democrática moderna.
Con La Luna es Una Cruel Amante, pasa algo parecido. La historia nos habla de la comunidad que vive en la Luna. La Luna es una macrocolonia penal donde residen exclusivamente presidiarios e descendientes de presidiarios. Las condiciones de vida han sido duras y las autoridades penales de la Luna sólo se han preocupado de explotar los recursos naturales del satélite que los habitantes de la Luna, los Lunáticos, han desarrollado una personalidad única, y un sistema social que funciona sin que existan órganos como el gobierno o un sistema legal. Esta anarquía podría hacernos pensar en un escenario tipo Mad Max, pero nada más lejos de la realidad. La sociedad lunática es dura, pero estable. Dirimen sus pleitos entre ellos, sin necesitad de una autoridad judicial externa; la reducida proporción de mujeres hace que estas se consideren sagradas y la más mínima ofensa se castiga con el linchamiento; la estabilidad social la da el nucleo familiar: los lunáticos se agrupan en grandes estructuras familiares, matrimonios poliándricos con múltiples maridos y mujeres que conviven sin problemas.
La historia parte cuando los protagonistas, con la ayuda de una oportuna inteligencia artificial, Mike, que cobra consciencia de si misma -pero, al contrario que Skynet, resulta ser totalmente amistosa con los lunáticos- organizan un plan para conseguir su independencia de la opresora madre Tierra.
Lo mejor de la historia, que como digo, está contado en un tono muy ameno, basado en diálogos, está en la descripción de la sociedad lunática, en la relación de los protagonistas con Mike, y en el desarrollo del plan de los protagonistas.
Lo más incómodo, quizás, es como en el libro se desgranan algunas ideas del escritor, a través de la historia. Por ejemplo, los protagonistas orquestan la rebelión de la población lunática contra la Tierra, con la estrategia de sabotear a las autoridades para que estas aumenten las medidas represoras sobre la población lunática hasta que esta estalle en una revuelta. Más tarde, cuando es necesario un sistema de gobierno, este es manipulado para que la población lunática crea que tenga el control, cuando de hecho, en la práctica, el gobierno efectivo lo continuan ostentando los protagonistas. Todo siempre pensando en el bien final de sus conciudadanos lunáticos, claro. En el fondo de todo esto parece estar -y esto es una interpretación mía personal, pero me es dificil no hacerla- una visión un poco contradictoria de Heinlein, que por un lado aboga por una anarquía libre de gobiernos opresores, pero por otro lado ve a una sociedad que no sabe lo que quiere y que necesita unos líderes que la manipulen un poquito en la sombra para poder avanzar.
En todo caso, por resumir, se trata de un libro de ciencia ficción ameno y lleno de conceptos interesantes. Y fuera de valoraciones sociales, Heinlein es uno de los históricos de la ciencia ficción (Forastero en Tierra Extraña, Tiempo Para Amar y Tropas del Espacio son justamente considerados clásicos). Y como puede verse, su lectura, aún hoy, no deja indiferente...
...Continua