Hodgson es uno de los precursores del terror primigenio que después popularizó Lovecraft, esto es un terror profundo que no se puede entender ni explicar, criaturas monstruosas que escapan a nuestra comprensión y cuya visión conduce a la locura o es la locura la que permite contemplar tales criaturas, que también podría ser. Algo irregular me ha parecido esta novela. Me han encantado los primeros capítulos con el protagonista acosado por las extrañas criaturas con aspecto de cerdo (me ha recordado mucho a las primeras pelis de zombis de Romero), aquí Hodgson demuestra todo su talento narrativo y su facultad para construir ambientes inquietantes. Después viene una parte que es una ida de olla monumental, una especie de viaje astral a lo bestia, con el tiempo acelerado, muerte de estrellas, soles verdes y otras cosas rarísimas difíciles de entender. Esta parte tiene sus momentos interesantes pero es totalmente desmesurada, ocupa demasiados capítulos, a los lectores aficionados a la astronomía les gustará mas que a mí. En los últimos capítulos se recupera el terror y hay algún momento muy conseguido. Y con eso me quedo... con algunos momentos concretos porque al final explicaciones hay pocas.
...ContinuaEs una novela extraña pero no por eso deja de ser interesante, la pega que le añadiría es que en ocasiones borda lo absurdo y carece de mucho sentido.
Habría sido un buen relato. Como novela se me ha hecho pesada, sobre todo la parte "astronómica" de la historia. Da menos "mal rollo" del que me esperaba, pero al menos no pone los adjetivos por parejas.
Notable y alucinante novela. Sin embargo, la traducción y edición son irregulares: palabras repetidas, alguna frase que dice lo contrario de lo que debería contar... Mi ejemplar es la primera edición en "El club Diógenes", desconozco si en reimpresiones posteriores se ha corregido este asunto (por ejemplo, en la reedición incluida en el volumen "Trilogía del abismo", de la misma editorial Valdemar).
Lo más original me parecen los "viajes" del narrador. El primero, cuando es transportado a ese planeta paralelo, por decirlo de algún modo. Y el segundo, en la parte final del libro, cuando asiste a la aceleración del tiempo y al fin del sistema solar. Este último trayecto impresiona por su imaginación, aunque el detallismo en describir sucesos astronómicos llega a cansar, a hacerse un tanto monótono.
Las aventuras con las criaturas-cerdo, y el final de la novela (con esa especie de mancha o herida que se va esparciendo por el cuerpo, recuerda a "Una voz en la noche" del mismo autor: "cuento materialista de terror"), son las partes más puramente terroríficas del relato. Y muy inquietante la descripción del lugar de los hechos que los dos visitantes hacen al principio de la narración (comparar con Blackwood o Machen).
En general, buena novela fantástica y de terror, cercana a la ciencia-ficción; para mi gusto resulta superior a otras más célebres, de Lovecraft, por ejemplo.
Hace unas semanas la extraña criatura de la portada de La casa en el confín de la Tierra destacó sobre las estanterías de una de mis librerías favoritas. Entonces, recordé la tensión e inquietud que sentí con la lectura del relato Desde el mar sin mareas de Hodgson, donde un barco se pierde en un mar recóndito y misterioso poblado por singulares monstruos. Algo de eso hay en La casa en el confín de la Tierra, una casa en mitad de un paisaje solitario y extraño, y en esa soledad, un pozo abisal del que parece salir un aliento y voces infernales. La misma casa es un lugar peligroso, una especie de puerta a otra dimensión donde el espacio/tiempo se rompe.
El libro comienza con el viejo truco del encuentro de un manuscrito que narra una historia entre fantástica, misteriosa y terrorífica. Un par de amigos de excursión en un retirado paraje irlandés encuentran un manuscrito escrito por el propietario de la antigua casa, un lugar aislado, en ruinas y con tono demoníaco. Uno de ellos leerá el manuscrito donde se juega con la duda de la realidad o la locura del narrador. Porque el narrador asegura haber combatido a monstruos abismales y viajado más allá del espacio y el tiempo...
Hodgson relata una historia que ha sido contada hasta la saciedad, una casa rodeada de abisales y deformes criaturas y el narrador que debe repeler sus ataques (como en Soy leyenda, La piel fría o la multitud de películas de zombis). Es en esta parte donde Hodgson demuestra su capacidad para crear tensión y terror en estado puro. Es realmente apasionante leer el ritmo endiablado con el que se suceden esos capítulos dedicados al pozo, las criaturas que lo habitan y sus ataques a la casa, las un ritmo que sabe mezclar los descansos entre los ataques con la fuera de los ataques en sí.
Pero lo que me llamó la atención, lo que me hace sentir diferente esta novela a otras de terror, es la ruptura espacio-temporal que Hodgson describe en los viajes del narrador. Desde el interior de la misma casa, el narrador verá como el tiempo y el espacio se desmembraban y asistirá al final de la Tierra y del sistema solar, unas páginas alucinadas, a veces aburridas, que me recordaron el viaje final del astronauta Bowman en “2001: una odisea espacial”, de Stanley Kubrick. El viaje del sol hasta su muerte, la creación de otras estrellas, el final del sistema solar, los otros mundos (im)posibles soñados por Hodgson dan un toque fantasmagórico, inquietante y sorprendente a La casa en el confín de la Tierra.
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