La muerte visita al arzobispo es una buena novela de Willa Cather, una de las escritoras preferidas de Truman Capote, y uno entiende por qué. De construcción perfecta y bien llevada, sin estridencias, con personajes bien definidos y coherentes, y que con sencillez cumple todos sus propósitos, la novela fluye tan bien que uno acaba reconociendo la ligereza de la pluma que
la ha escrito. Se trata de la historia de dos curas franceses que tratan de evangelizar para el catolicismo la frontera del Nuevo México del siglo diecinueve, entre americanos pioneros, viejos curas españoles, mexicanos e indios. A Cather parece que le gustaban especialmente las nuevas fronteras, en las que centra siempre sus historias y en las que encuentran un marco perfecto para todo tipo de vidas, pasiones, personajes oscuros y luminosos,
y relaciones de largo recorrido que simplemente puntea en una especie de destino construido que va dejando suceder poco a poco. Al ver el listado de sus novelas, parece que casi nunca se desvió de ese camino, lo cual es una pena.