Oscilante entre eros y la retórica, el tema del diálogo parece unificarse sólo en la reflexión acerca del conocimiento de la realidad última y el compromiso que la filosofía mantiene con la misma. Es un diálogo en el que confluyen los principales problemas filosóficos que preocuparon a Platón, repensados de manera más acabada y bajo una perspectiva más madura que en ocasiones anteriores. Combina aquí belleza y verdad, y recorre los planteos metafísico, antropológico, ético, que ya no volverá a presentar sino críticamente en obras posteriores.