Me flipa mucho mi mundo en blanco y negro. Me hace sentir cómoda y tenerlo todo bajo control. Claro, que eso fue antes de que Clara tuviera una cita muy desafortunada y fuera yo quien pagara las consecuencias, porque su cita era un loco. O eso, o estaba muy necesitado de sexo y a falta de la guapa se lanzase a por la amiga fea, o sea, yo.Pues lo llevaba claro, porque la fea tenía dignidad y un orgullo que rozaba la cabezonería. Por desgracia, él resultó ser más cabezón que yo y se empeñó en mostrarme su mundo en color. Pero, a ver, ¿quién se creía que un tipo como él iba a preferirme a mí antes que a Clarita? Y en el hipotético caso de que consiguiese convencerme, ¿cómo haría para atravesar mi telaraña de recelos? Y, más hipotéticamente aún, de derribar mis muros, ¿qué paleta usaría para darle color a mi mundo? Pues oye, que el muchacho erre que erre. Tan contagioso era su entusiasmo, tanto apostó por nosotros, que casi me convenció. Casi.Como diría Clarita, había demasiadas incógnitas en esta ecuación; muchos recelos por mi parte y demasiados secretos por la suya. Con este panorama, ¿qué probabilidades teníamos de ganar? ¿Eh, eh?